Para la Casa Blanca, la derrota acerca de
la jurisdicción [de la corte] fue demasiado. Había
permitido de forma renuente que el Departamento de Estado apareciera
y defendiera el caso hasta este punto, apostando que podría
evitar los méritos al prevalecer en los argumentos jurisdiccionales.
Pero la estrategia le falló. Al defender el caso y perdiendo
en la jurisdicción, la administración se encontró
dirigida de forma inexorable en la dirección que menos
deseaba ir: hacia los méritos del caso, donde sabía
que sus defensas eran tan débiles que no podría
ganar. Tenía solamente dos opciones, ambas malas: abandonar
la nave o hundirse con ella. La Casa Blanca eligió la primera
opción. El 18 de enero de 1985, los Estados Unidos anunció
formalmente su retiro del caso.
La reacción
de mucho de los medios de noticias, del congreso, y del público
era exactamente lo que merecia la administración de Reagan:
enojo. Abe explicó el porqué, en una lectura dos
meses más tarde en la universidad de Colombia:
Los Estados Unidos se debian de haber preparado para presentar
su caso ante un tribunal debidamente constituido, como cualquier
otro demandado, y obedecer el juicio de la ley. Tal era la respuesta
esperada, especialmente de los Estados Unidos, ya que a nosotros
nos enorgullece el ser una nación que es gobernada por
la leyes. Somos una nación que ha desempeñado un
papel importante en el establecimiento de la Corte Internacional
de Justicia y del orden legal internacional, una nación
que llama con frecuencia a otras [naciones] a dar cuenta en términos
de los preceptos del derecho internacional. El peso de la obligación
es aun más pesada después de que la Corte, como
esta autorizada a hacer por sus estatutos, decida por mayoría
abrumadora, después de una audiencia plena y justa en la
cual los Estados Unidos participaron, que tenían jurisdicción
sobre las partes y que el asunto era apropiado para su consideracion
judicial[10].
A diferencia
de Abe, la administración de Reagan no tenía ningún
deseo de hacer que Estados Unidos se apegara a sus mas altos estándares.
El 9 de octubre de 1985, la administración retiró
en su totalidad la declaración de 1946 en la que los Estados
Unidos aceptaba la jurisdicción obligatoria de la corte.
Abe lo llamó "un día triste para los Estados
Unidos de América. Especialmente abrumador para quien trata
de enseñar derecho internacional a los estudiantes de leyes
norteamericanos."
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ARRIBA
>
Mientras que
en la mayoría de los ambitos la reacción fue hostil
hacia la Casa Blanca por el rechazo de la jurisdicción
de la corte, algunos academicos de Estados Unidos criticaron a
Nicaragua y a sus abogados, especialmente a Abe, por introducir
un caso que provocara el retiro de los Estados Unidos. Estos academicos
argumentaron que la demanda de Nicaragua socavaba el respeto de
la Corte al demostrar la impotencia - ya que era obvio que una
superpotencia como los Estados Unidos continuaría aplicando
una política extranjera que consideraba vital a sus intereses
nacionales aunque la Corte le pidiera que desistiera, y que la
Corte no tenía ningún medio de hacer cumplir su
orden. Cuando las superpotencias y sus intereses vitales están
implicados, estos críticos afirmaron, se aplica la "pusilanimidad
judicial". Abe se horrorizó ante este argumento. El
colocar a cualquier persona, incluso a las superpotencias, por
sobre la ley contradecia su creencias fundamental acerca de la
igualdad de la justicia ante la ley, en el papel de las cortes,
y vigencia de las leyes mismas. Él dio atencion directa
a este asunto:
¿No es asi que todo esto [relativo al caso] debilita
a la Corte y socava su legitimidad -al menos en cuanto a sus declaraciones
relativas a la paz y seguridad? ¿No es acaso ya muy frágil
y bajo riesgo el edificio entero de adjudicacion internacional?
Éstas son preguntas penetrantes y difíciles. Aunque
la Corte no pudo referirse a estas en su decisión sobre
la jurisdicción, no tengo duda de que pesaron mucho en
[la decision de] los jueces. Pero al referirme a estas preguntas,
no debemos olvidarnos de que la legitimidad de la corte y de las
perspectivas de la vigencia de la ley en asuntos internacionales
estan en juego si la corte acepta o rehusa a decidir el caso ante
ella. . . . Y en las presentes circunstancias, es solamente en
la Haya que Nicaragua puede hacer frente a los Estados Unidos
en iguales términos. Es el único foro en donde el
resultado no esta predeterminado por las disparidades en poder
militar y económico entre las partes. Para los países
del mundo que no poseen ni el dinero ni la espada, sería
un golpe severo a la legitimidad y a la autoridad moral de la
Corte así como a las reclamos por el derecho internacional,
si la puerta a ese foro se cerrasen [11].
Abe también
disputó la premisa de sus críticos de que los Estados
Unidos desafiarían el juicio de corte. Él creyó
que estos subestimaban a Los Estados Unidos, a su compromiso profundamente
arraigado con la vigencia de la ley, y de la fuerza que deriva
como nación de esa compromiso. Su declaración sobre
este tema es testimonio elocuente de su fe en su país,
y en su compromiso a sus altos estándares:
...No podemos decir cómo los Estados Unidos responderán
a un juicio adverso en el caso de Nicaragua. La respuesta debe
aguardar por el resultado. Y la respuesta será más
compleja de lo que comúnmente se piensa. Aunque el presidente
tiene plenos poderes para establecer y ejecutar la política
exterior de los Estados Unidos, él no es los Estados Unidos.
Especialmente en casos en que esta política requiere fondos
[monetarios para] ejecutarla, él comparte este poder con
el congreso. Pienso que es evidente que las acciones de la Corte
hasta la fecha y de los esfuerzos de la administración
de escapar el juicio han influenciado ya la discusión alrededor
de que si, y bajo qué terminos, se continuara la ayuda
financiera a los Contras.
Y más allá del congreso está el Pueblo norteamericano.
Como se habra comentado muchas veces, en el fondo somos una nación
seguidora de la ley. Creemos en el gobierno bajo las leyes. En
mi opinión, será imposible sostener una política
polémica por un largo período, requiriendo una constante
ayuda financiera y justificacion pública, sobre todo si
esa política ha sido declarada ilegal por un tribunal debidamente
constituido y autorizado. En el mundo de hoy, esto puede ser una
desventaja para una superpotencia. Nosotros podemos trabajar bajo
una carga de restricciones que no se aplica simétricamente
a otros. Quizás esto no es justo. Pero pienso que esta
la clase de país que somos, y no me gustaria que fuese
de otra manera [12].
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ARRIBA
>
Por fin llegamos
a la etapa de la discusion de los méritos. En septiembre
de 1985, quince meses después de la introducción
de la demanda, finalmente nos reunimos en la Corte Internacional
de Justicia para presentar los testigos, los documentos, y las
discusiones que probarían que los Estados Unidos han utilizado
la fuerza y la amenaza de la fuerza contra Nicaragua en la violación
del derecho internacional. En contraste con las audiencias anteriores,
la bancada de los abogados representantes de Estados Unidos estaban
vacíos como consecuencia de la decisión de la Casa
Blanca de retirarse del caso. Sin embargo, no seria enteramente
la verdad decir que los Estados Unidos no tuvieron representacion
abogadil. El juez Schwebel, para todos los propósitos prácticos,
adquirió ese papel. Él colocó en el expediente
documentos sin atribucion, suministrados informalmente por el
Departamento de Estado, que pintaban a Nicaragua como un estado
comunista, totalitario dedicados a exportar la revolución
por todo centroamerica. Él confronto a los abogados de
Nicaragua (incluyendo a Abe) sobre las declaraciones atribuidas
a ellos en un periódico norteamericano, y él interrogó
a testigos de Nicaragua desde su asiento en la bancada judicial.
El apego a la causa de los EEUU de parte de Schwebel agregó
pimienta a una presentación de otra manera hubiera sido
unilateral, pero esto no hizo disminuir en nada la fuerza del
caso de Nicaragua. Por ejemplo, en su interrogatorio de David
MacMichael, el ex-analista de inteligencia de la CIA, provoco
la risa en los otros jueces cuando, en una tentativa de ligar
a los Sandinistas con los rebeldes Salvadoreños (conocidos
como el "FMLN"), él le pregunto al testigo acerca
de los rótulos por todo Nicaragua expresando apoyo al FMLN.
"Yo no deseo trivializar esto," respondió MacMichael,
". . . [pero] no pude evitar el notar que mientras tomaba
el tranvía hacia Delft [Holanda] el dia de ayer, que una
gran pared de Rijswijk estaba pintada con las letras FMLN."[13
]
El caso de
Nicaragua contra los Estados Unidos fue evidenciado completamente
por Actas del Congreso de los EEUU, por informes de comité
congresionales, de los discursos en el piso de la casa de representantes
y del senado, de las declaraciones públicas del presidente
Reagan y altos funcionarios de su administración, y de
los documentos del gobierno de Estados Unidos obtenidos por y
publicados en los medios de noticias. La responsabilidad de Estados
Unidos por los minados de los puertos de Nicaragua, de la destrucción
de su infraestructura, y del reclutamiento, entrenamiento, equipamiento
y dirección de los Contras fue fácilmente e innegablemente
establecida. Aunque los Estados Unidos no comparecieron ante la
Corte, la Casa Blanca sin embargo intentó al infIuenciar
los procedimientos con una serie de declaraciones públicas
que justificaban las acciones de Estados Unidos en y contra Nicaragua
como un ejercicio legítimo de la "auto-defensa colectiva"
de El Salvador, que alegaba estar bajo "ataque armado"
de Nicaragua por vía del trafico de armas Sandinistas para
el FMLN. Abe desempeñó un papel importante en la
doble respuesta de Nicaragua. Primero, él trajo a MacMichael
al banquillo de testigos para demostrar que no había trazos
de verdad en la acusación de los Estados Unidos de que
los Sandinistas proveían armas al FMLN; en segundo lugar,
él presento el argumento legal principal que demostraba
que la pretendida ayuda de Nicaragua a los rebeldes Salvadoreños
no ascendian a un "ataque armado" bajo derecho internacional,
y por lo tanto no podía constituir la base para el uso
de la fuerza en autodefensa individual o colectiva bajo artículo
51 de la carta de la O.N.U.
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ARRIBA >
La examinación
directa de Abe de MacMichael fue muy entretenida. Los jueces se
mostraron perceptiblemente intrigados al tener un representante
de la infame CIA apareciendo como testigo en su elegante sala.
No se oyo ni el crujido de un papel mientras le daban su mas grande
atención al serio testimonio de que no había evidencia
creíble de que el gobierno de Nicaragua enviara armas a
los rebeldes en El Salvador después del mes de marzo de
1981, la fecha en que el testigo asumió la responsabilidad
de supervisar y de analizar tal evidencia. "¿Hay evidencia
de que el gobierno de Nicaragua aprobó, autorizó,
o apaño el envío de armas a través de su
territorio a los rebeldes Salvadoreños durante este período?"
"No." "¿Hay evidencia de que el gobierno
de Nicaragua tuvo conocimiento anticipado de cualesquiera envíos?"
"No." Al final de la interrogacion, Abe le pregunto
al testigo que si él creia que los Sandinistas traficaban
con armas para el FMLN, MacMichael contesto: "Yo no creo
que tal tráfico ocurre ahora o ha ocurrido en los últimos
cuatro años, como minimo. . . "[14]
La examinación
de Abe de MacMichael había ido tan fluida que, cuando él
se sentó a mi lado en la bancada de los abogados [por Nicaragua],
le pregunté que cuántos testigos él había
examinado en Corte durante su carrera. "Contando a MacMichael?"
él preguntó. "Sí," Le contesté.
"Uno," dijo él. Estaba asombrado, pero Abe no
bromeaba. Él nunca examinó a otro testigo, pero
hizo un trabajo magnífico en su primer intento. Abe no
fue muy exitoso en su preparación de MacMichael para el
interrogatorio [por la parte contraria, representada por el juez
Schwebel]. El ex-analista de CIA le gusto ser el centro de atencion,
y queria hablar -demasiado. Nos retorcimos (por la expectacion)
en varias ocasiones cuando él daba largas respuestas a
las preguntas de Schwebel, sin hacier caso de las instrucciones
de Abe de ser tan breve como fuera posible. En un punto, Schwebel
conseguio que MacMichael dijera voluntariamente que los Sandinistas
habian provisto de armas al FMLN antes de la "ofensiva final"
de enero de 1981, per el mantuvo firmemente que no había
evidencia creíble que ellos habian continuado con esta
actividad en ningun momento después de enero 1981[15].
Como minimo, este testimonio gratuito de MacMichael a costa de
Nicaragua, subrayó su credibilidad; pero aun asi, continuamos
aguantando la respiración hasta que él finalmente
paró el hablar y bajo del banquillo de testigos.
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ARRIBA
>
Nuestra espera
para la decisión final de la corte fue interminable. Tomó
nueve meses desde el cierre de la audiencia hasta que la corte
anunció su decisión
el 27 de Junio de 1986. Arguello y Brownlie estaban en la
Haya para recibir la decision. Abe y yo estábamos en Washington,
en donde nuestros colegas nos enviarían por telefax una
copia de la decisión a tiempo para nuestra comparecencia
a una rueda de prensa por la mañana en la embajada nicaragüense.
Para nosotros, la noche previa fue muy larga. Nos preocupamos
de la cantidad de tiempo que tomó la corte para resolver
el caso. ¿Estábamos por recibir una gran sorpresa?
¿Habrian los Estados Unidos ejercido presión de
alguna manera sobre la corte? Aun si ganasemos, ¿seria
el margen de la victoria tan pequeño que implicaria una
derrota política? Ninguno de nosotros durmio, y estabamos
muy despiertos cuando Arguello nos llamó a las 6 de la
mañana. Hora de Washington: ¡Felicitaciones! Nicaragua
ganó en todos los asuntos por márgenes abrumadores
que se extendían a partir de 12-3 hasta 14-1. (Hubo quince
jueces otra vez porque uno había muerto recientemente.)
La corte rechazó de forma aplastante el argumento que las
acciones de Estados Unidos constituian autodefensa colectiva justificable.
Condenó expresamente como violaciones del derecho internacional
todas las formas de ayuda de Estados Unidos para los Contras (12-3),
los ataques directos de Estados Unidos contra las instalaciones
y la infraestructura nicaragüense (12-3), y el minado de
los puertos de Nicaragua (14-1). Decreto que muchas de estas acciones
también violaron el tratado bilateral de la Amistad, Comercio,
y de la Navegación (14-1). Halló que la creación
y la difusión de parte de Estados Unidos a fuerzas de la
Contra en 1983 de "El Manual de Operaciones Psicologicas
En La Guerra de Guerrillas" animaron al Contras a que cometiera
actos contrarios a los principios generales de la ley humanitaria
(14-1). Y ordenó los Estados Unidos que pagara reparaciones
a Nicaragua para todas las lesiones causadas por sus violaciones
del derecho internacional acostumbrado (12-3) y del tratado bilateral
(14-1). Fue una enorme victoria para Nicaragua. No habríamos
podido pedir más. Abe y yo nos abrazamos: ¡Mision
cumplida!
El gobierno
de Nicaragua estaba jubiloso. Se proclamó inmediatamente
que el 27 de junio seria día de fiesta nacional: "El
Día Del Derecho Internacional". No solamente los Sandinistas
celebraron. La victoria sobre los Estados Unidos aumentó
el orgullo de la mayoría de los nicargüenses. A través
de su historia, Nicaragua había sido dominada por los Estados
Unidos, desde la breve conquista del país por William Walker
en los años de 1850, con las repetidas intervenciones de
las infanteria de la marina de Estados Unidos en las primeras
tres décadas del siglo veinte, a la instalación
del primer Somoza en 1933 (sobre quién se dice que el presidente
Franklin Roosevelt dijo: "él puede ser un hijo de
puta, pero él es nuestro hijo de puta!") y los cuarenta
y cinco años de ayuda militar y económica de Estados
Unidos a la dictadura de la familia de Somoza. Y ahora los Estados
Unidos intervenían otra vez en los asuntos de Nicaragua,
con su ayuda militar a los remanentes del régimen de Somoza.
Lo qué hizo que el triunfo de Nicaragua satisfaciera especialmente
a sus ciudadanos, victimas de tanto sufrimiento, fue su calidad
moral. Nicaragua no había derrotado los Estados Unidos
con el poder del dinero o la espada, para utilizar las palabras
de Abe, sino que con ley y con la justicia.
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ARRIBA >
Sin embargo,
la administración de Reagan aun no habia terminado con
la ayuda para la Contra. Su campaña incesante de propaganda
aumento la presion política sobre Demócratas. "Con
el voto por la Contra", escribió Pat Buchanan, Director
de Comunicaciones de la Casa Blanca, "el partido democrático
revelará si está al lado de Ronald Reagan y la resistencia
- o con Daniel Ortega y los Communistas."[16]. Ataques de
esta naturaleza, más el serendipitoso e inoportuno viaje
de Ortega a Moscú, convencieron suficientes miembros del
congreso a que cambiaran sus votos para autorizar otra paquete
de ayuda a la Contra por una votación de 221 a 209 votos.
La votación ocurrió el 25 de junio de 1986, dos
días antes del decreto de la Corte del Mundo. El diferencia
de fechas fue tan cercano que, si estas se hubiesen invertido
y la decisión de la Corte hecha publica dos días
antes de la votacion, es dificil que la ayuda habría sido
aprobado. ¿Fue la cercania de las fechas simplemente una
coincidencia afortunada para la administración de Reagan,
o es que se las arreglo de alguna manera para causar el retraso
en la Decisión de Corte lo suficiente como para empujar
la fecha de la decisión más allá de la fecha
de la votacion acerca de la ayuda para la Contra? Cualquiera que
fuese la respuesta, la ayuda llegaba tarde y era poca como para
afectar el curso de la guerra. Los Sandinistas había utilizado
los dos años anteriores para ganar la superioridad militar
absoluta, la que nunca abandonaron. Los Contras continuaron infligiendo
dolor, pero estaba en conformidad con la capacidad de aguante
Sandinista.
Nicaragua
llamó inmediatamente los Estados Unidos a cumpliera con
la decisión de la Corte y dejara de apoyar a los Contras.
La Casa Blanca no hizo caso de decisión en conjunto y continuó
financiando y dirigiendo las actividades de los Contras. Nicaragua
respondió sometiendo nuevas demandas en la Corte contra
Costa Rica y Honduras. El Ministro de Relaciones Exteriores d'Escoto
llamó a miembros del equipo legal a Managua para una reunión.
Él nos dijo: "Trajimos al maestro de ceremonias del
circo a la justicia, pero él no obedece a la Corte. Asi
que ahora iremos por los payasos." Algunos de nosotros dudaron
la sabiduría de esta estrategia, porque Nicaragua no sería
un demandante [al que la Corte tendria] mucha simpatia en el caso
de una demanda contra Costa Rica u Honduras, como se le tenia
en el caso contra los Estados Unidos, y se arriesgaba el perder
en esas demandas de todo lo que se ganó en la victoria
sobre los Estados Unidos. Sin embargo d'Escoto estaba determinado
a ir adelante, y fue una buena decisión: su estrategia
resultó ser brillante. La administración de Reagan
no podría continuar su guerra por intermediarios contra
Nicaragua sin la ayuda de Costa Rica y Honduras, los cuales permitian
que los Contras mantuvieran bases en sus territorios, y lanzaran
ataques contra Nicaragua desde esas bases. Al permitir que sus
territorios se utilizaran para tales propósitos, esos países
mismos eran culpables de violaciones contra la soberanía
de Nicaragua, la integridad territorial, y la independencia política.
Sin embargo, a diferencia de los Estados Unidos, ellos no eran
superpotencias que podrían atreverse a desafiar a la Corte.
Así pues, eran extremadamente vulnerables a una demanda
de Nicaragua. Y d'Escoto razonó que si a Costa Rica y Honduras
se le ordenaba o se les persuadia de cerrar las bases de los Contras,
la guerra terminaria a pesar de la determinación de la
Casa Blanca por continuarla. Por consiguiente, Nicaragua respondió
al desafío de la administración de Reagan a la decisión
de la Corte yendo de nuevo a la Corte, pero este vez contra sus
vecinos de Centroamerica.
Ambos "payasos"
sufrieron de un 'choque eléctrico' con las demandas, especialmente
Costa Rica, que se pensaba superior a sus vecinos de Centroamerica
-sobretodo a la par de Nicaragua, debido a su imagen como democracia,
observadora de la ley y ciudadano modelo de la comunidad internacional.
El nuevo presidente electo, Oscar Arias, hizo su prioridad más
alta el evitar de tener sobre su país la etiqueta de un
fugitivo internacional. Arias fue el hombre adecuado para esta
epoca; él era inteligente, independiente, y comprometido
con la paz. Él miraba a la guerra de la administración
Reagan sobre Nicaragua como equivocada y peligrosa para la región
entera. Pero él no era ningún admirador de los Sandinistas.
Él estaba de acuerdo con los objetivos indicados de la
Casa Blanca de promover democracia en Nicaragua y de detener la
transferencias de armas a los rebeldes en El Salvador. Pero estaba
convencido de que la guerra y los Contras eran contraproducentes
para lograr estas metas, y que estaban hundiendo a toda Centroamerica
en el caos. [Arias] Estaba obstinadamente determinado a seguir
lo que fuera lo mejor para la región, y resistir la presión
de Washington. Sus esfuerzos iniciales de promover un acuerdo
de paz entre los jefes de los cinco estados centroamericanos,
en el verano de 1986, fueron frustrados por la presión
de la Casa Blanca sobre los presidentes de Honduras y de El Salvador.
Pero Arias pronto tuvo una oportunidad histórica de impulsar
su plan de paz.
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ARRIBA >
La oportunidad
se empezo a desarrolar en noviembre de 1986, gracias a un soldado
Sandinista del dieciseis años que, en su primer día
en el campo, derribo un avión que estaba lanzando materiales
a los combatientes de la Contra. Mientras el avión se venia
abajo, Eugene Hassenfus -un ciudadano de Estados Unidos bajo contrato
a la CIA- se lanzó en paracaídas y al llegar a tierra
fue tomado prisionero. La Casa Blanca y la CIA se llenaron de
panico. Al principio negaron toda conexión con Hassenfus,
pero este libremente dijo a la multitud de reporteros -que los
Sandinistas autorizaron para verlo-, que él y muchos otros
habían estado proveiendo armas y municiones a los Contras
por dos años, como empleados de una compañía
fachada de servicio aéreo de la CIA y que recibian sus
órdenes directamente desde la Casa Blanca. El rastro de
Hassenfus fue cuidadosamente seguido por reporteros investigadores,
el que los condujo eventualmente a Oliver North, la figura central
en la operación secreta de la Casa Blanca para continuar
proveiendo ayuda ilegal a los Contras, después de que el
congreso la cortara en 1984 (en respuesta al demanda de Nicaragua
y a la orden de medidas interina de la Corte del Mundo, entre
otros factores). La investigación descubrió el escándalo
más grande de la administración de Reagan en sus
ocho años: El Iran-Contra. Esto condujo al nombramiento
de Abogados Independientes y de acusaciones criminales a altos
funcionarios de la administración, incluyendo a North,
a los consejeros para la seguridad nacional Robert MacFarlane
y John Poindexter, al Secretario de Defensa Casper Weinberger,
al secretario auxiliar de estado Elliot Abrams, y al Abogado General
Edwin Meese; y el jefe de personal de la Casa Blanca, Donald Regan,
dimitió.
El escándalo
y sus consecuencias destruyeron lo que quedaba de la credibilidad
de la administración de Reagan sobre Nicaragua. Con la
Casa Blanca debilitada y distraída, otros tomaron la iniciativa
en asuntos de centroamerica. El vocero de la casa de representantes
Jim Wright, que siempre se había opuesto a la guerra en
Nicaragua, estaba suficientemente envalentonado para conducir
un esfuerzo en la cámara de representantes y encontrar
soluciones pacíficas a los conflictos armados en Nicaragua
y El Salvador, y de terminar la ayuda a los Contras y la masiva
ayuda militar de Estados Unidos para el gobierno de El Salvador.
Él asignó a David Bonior, representante de Michigan,
que dirigiese una Fuerza de Tarea de la casa de representantes
especialmente creada para Centroamerica, con estos objetivos en
mente. En el senado, Christopher Dodd de Connecticut, que hablaba
español fluido y conocía bien a América Latina,
fue el portavoz principal para una nueva politica, orientada a
la paz en Centroamerica. Wright, Bonior, y Dodd vieron a Arias
como el vehículo para un nuevo acercamiento a los problemas
de la región, acentuando el logro de la democracia y de
la paz por vía de la negociación más bien
que por la guerra. Arias dio la bienvenida a su ayuda, y junto
crearon lo que se conocio como el "Plan Arias " para
la paz en Centroamerica. El plan tuvo cinco elementos dominantes:
(i) Fin de toda la ayuda a las fuerzas irregulares en la región
(que incluye la ayuda para la Contra), y prohibición en
el uso del territorio por las fuerzas irregulares de atacar otro
estado; (2) negociaciones directas entre los gobiernos y las fuerzas
irregulares en Nicaragua, El Salvador, y Guatemala para negociar
un alto el fuego; (3) negociaciones directas entre los gobiernos
y los grupos civiles de la oposición para eliminar las
restricciones en libertades civiles y crear las condiciones para
elecciones democráticas; (4) disminuir las fuerzas armadas
a los niveles específicos necesarios solamente para la
defensa; (5) acuerdos de la paz entre los cinco países
de la región. Arias estaba dispuesto a dedicarse alcanzar
este plan, y soportar el peso completo de la cólera de
la administración de Reagan, pero él insistió
que Nicaragua abandonara su demanda contra Costa Rica en la Corte
del Mundo.
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Lo qué
Arias no pudo alcanzar en 1986, antes de escandalo del Iran-Contra,
Se logró el verano siguiente. En agosto de 1987, los cinco
presidentes centroamericanos, reunidios en la ciudad de Guatemala,
convinieron formalmente y firmaron el plan de paz de Arias. El
presidente Vinicio Cerezo de Guatemala fue un ardiente partidario,
y él laboro mucho y duramente para convencer a sus colegas
José Napoleon Duarte de El Salvador y José Azcona
de Honduras que tenían una obligación moral de oponerse
a la presion de Estados Unidos y hacer lo que ellos sabía
en sus corazones era la mejor para sus paisanos y para toda la
Centroamerica. No hay duda que la posición debilitada de
la Casa Blanca, y la actitud más firme de los Demócratas,
que controlaron la casa de representantes y el senado y estaban
preparados para enfrentarse al presidente Reagan en lo referente
a Centroamerica, persuadió a Duarte y a Azcona a que aceptaran
las llamadas de sus colegas y apoyar el plan de Arias. En la respuesta
a los esfuerzos de Arias, el presidente Daniel Ortega acordó
retirar la demanda de Nicaragua contra Costa Rica. Pero él
rechazó la demanda de presidente Azcona por igualdad de
tratamiento. Ortega concedio solamente una "suspensión"
del demanda contra Honduras para asi mantener un incentivo para
que ese país se opusiera a la presión inevitable
de la administración de Reagan. Los cinco presidentes se
dieron cuenta de toda la importancia histórica del plan
de Arias; era no solamente una trayectoria a la paz y democracia
para la región sino que también un declaración
de la independencia de los Estados Unidos.
La comunidad
internacional dio alabanzas a los presidentes centroamericanos,
y a Arias en particular. En noviembre de 1987, Arias obtuvo el
premio Nobel de la Paz -otro golpe a la administración
Reagan. Al mes siguiente, los Sandinistas y los Contras se reunieron
por primera vez en una serie de sesiones de negociación
que produjeron - contrario a las expectativas de todos, incluyendo
los partes mismas, un acuerdo del alto el fuego, firmado en marzo
de 1988, que terminó la mayoría de la lucha en Nicaragua.
El mes anterior, mientras que estas negociaciones de paz estaban
en marcha, la cámara de representantes dio el golpe final
de gracia a la ayuda militar de Estados Unidos a los Contras,
votando contra la ayuda por un margen de 219 a 211. De ahi en
adelante los Contras podrían recibir solamente "ayuda
humanitaria," la que fue expresamente permitida bajo los
términos del acuerdo del alto el fuego de marzo de 1988.
En Nicaragua, las restricciones en libertades civiles fueron levantadas
de acuerdo con plan de Arias y con el acuerdo del alto el fuego.
En enero de 1989, George Bush substituyó a Ronald Reagan
como presidente de los Estados Unidos. Con su archienemigo finalmente
fuera del poder, los Sandinistas se sentíeron bastante
seguros como para abrir su sistema político: se programaron
las elecciones nacionales para febrero de 1990 y se negoció
con los partidos de la oposición en los meses que pasaron
para alcanzar un acuerdo sobre las condiciones que las harian
libres y justas. Las elecciones fueron celebradas de acuerdo al
programa y, a para la sorpresa de muchos, Violeta Chamorro derrotó
a Daniel Ortega en las elecciónes presidencial. Su coalición
de catorce partidos ganó a mayoría en la asamblea
nacional. Ortega y los Sandinistas demostraron su compromiso a
la democracia aceptando los resultados de la elección y
abandonando el gobierno. Al hacer esto, se convirtieron en el
primer gobierno en el poder en los 169 años de la historia
entera del estado nicaragüense que abandono el poder a raiz
de los resultados de una elección. Cualquier otra cosa
que se pueda decir de ellos, los Sandinistas hicieron contribuciones
inborrables al desarrollo democrático en Nicaragua cuando
llegaron al poder despues de derrocar la dictadura de Somoza,
y cuando lo dejaron aceptando su derrota electoral en forma honorable.
En esto último, lleno las expectativas que Abe Chayes tenia
en ellos, y justificaron su decisión de convertirse en
su abogado.
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ARRIBA
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Con los Sandinistas
fuera del gobierno, le fue fácil a la administración
de Bush el cumplir con las órdenes judiciales del la Corte
Mundial del 27 de junio de1986; con todo excepto lo referente
a la obligación de pagar reparaciones a Nicaragua. Nuestro
equipo legal había sometido ya un memorial de reparaciones
a la Corte, acompañada de volúmenes de material
que calculaban los daños infligidos a Nicaragua por la
conducta de Estados Unidos y que la Corte declaro estaban en violación
del derecho internacional. La demanda alcanzaba miles de millones
de dólares. Sin embargo la Corte nunca había fijado
una fecha para las audiencias orales acerca de las reparaciones.
Probablemente, aguardaba el resultado de las elecciones, en los
Estados Unidos y en Nicaragua, para ver si estas tendrían
algún impacto en el caso. De hecho, lo tuvieron. La administración
de Bush abrazó al nuevo gobierno electo de la presidente
Chamorro, y ofrecio ayuda económica substancial para reconstruir
el país, comenzando con $200 millones del primer año.
Sin embargo, no había manera de aprobar la ayuda por medio
del congreso minetras hubiese un juicio potencial en la Corte
del Mundo de miles de millones de dólares colgando sobre
los Estados Unidos. Sabiamente eligiendo la realidad de una relación
amistosa con los Estados Unidos sobre el valor teórico
de un juicio monetario, com muy pocas probabilidades de ser satisfecho,
la presidente Chamorro acepto retirar el pedido de reparaciones
de Nicaragua en 1991. Eso marcó el final de todos los procedimientos
en el caso de Nicaragua versus Estados Unidos de América.
En
el conmovedor servicio fúnebre en honor de Abe, que se
llevo a cabo en la sala de juicio Ames, del colegio de abogados
de Harvard en septiembre de 2000, me reuni con Eve, la hija de
Abe. Ella me dijo que su padre la habia llevado a Nicaragua a
finales de los años 80 para que viese el país por
si misma, y fuera testigo de los programas de educacion, de las
clínicas de la salud, de las cooperativas campesinas y
urbanas, y de los millares de dedicados hombres y mujeres jovenes
de el mundo entero atraídos por la promesa de ayudar al
pueblo a contruir un vida mejor -y deseosos de encarar valientemente
las dificiles y peligrosas condiciones del campo nicaragüense,
incluyendo los ataques de la Contra. Eve me dijo que fue una de
las experiencias más grandes de su vida, y que la acerco
más a su padre de lo que ella nunca había estado.
Ella también me dijo que, durante sus recorridos en Nicaragua,
junto con Abe, el le dijo que representar a Nicaragua en la Corte
del Mundo fue la experiencia profesional -entre todos los muchos
logros que en su asombrosa carrera de abogado estrella- de la
cuál él se sentia más orgulloso. Siempre
me sentiré bendecido por haber jugado una parte en darle
esa oportunidad, porque él dio tanto mi -y a los otros
millares estudiantes, facultad, juristas, abogados practicantes,
teóricos, colegas, y amigos. Honremos el recuerdo de Abe,
y al país que él amó, al hacer que Estados
Unidos de America siempre se apegue a sus mas altos estándares.
Paul
S. Reichler
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